“Vane y Berto”, músicos, profesores, matrimonio y padres

La riosana Vanesa Iglesias, criada en Oviedo y desde hace años afincada en Gijón, y el corverano Alberto Sánchez comparten mucho más que su pasión por la música: son matrimonio y, lo más importante, tienen un niño de corta edad, Mateo, en común. Así se podría resumir la faceta más personal de un dúo que no necesita presentación entre los amantes de la verbena y el baile: “Vane y Berto”.

Antes de que el destino hiciese una de esas brillantes jugadas para que se cruzasen sus vidas llevaban una carrera por separado en la que Berto fue componente de orquestas tan populares como “Dominó” o “Waykas”, mientras que Vane había pasado también por diferentes conjuntos, como “Paréntesis”, al tiempo que cursó la especialidad de Música en el Conservatorio de la capital asturiana, una formación que le abriría las puertas de la enseñanza, poniendo en marcha su propia academia: la Escuela de Música “Vanesa Iglesias”, en la calle Leoncio Suárez, de Gijón.

Al conocer a su marido en unas fiestas mateínas (de ahí el nombre de su hijo) montaron en el centro un estudio de grabación, en el que Alberto desarrolla sus conocimientos y amplia experiencia en arreglos de canciones o en la composición de “play backs” e imparte alguna clase de saxofón en un espacio cultural que actualmente reúne a siete profesores. Entre ellos, otro músico de reconocido prestigio: el valdesano Richard de la Uz (ver reportaje en la sección “Crítica Musical” de esta revista). 

También publicaron un disco, “Nuestro”, en el que contaron con la colaboración de varios artistas de la región y del que ya han vendido centenares de copias.

“Tras la pandemia, que lo cambió todo, buscamos algo más estable, que nos permitiese disfrutar de la familia, y nos propusimos tocar en algunas fiestas, pero sin saturar demasiado el calendario de actuaciones”, comentan. Sin embargo, su fama pudo más y enseguida empezaron a lloverles los contratos. “Tenemos mucho trabajo y la verdad es que no paramos”, asumen. Porque está muy claro que “Vane y Berto” no pueden faltar en las fiestas de “prau”, ni tampoco en las salas que programen actuaciones para bailar. Por una sencilla razón: al margen de su profesionalidad, de lo que van sobrados, transmiten alegría.

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