“Cuando todavía no caminaba me llevaban a las verbenas mis padres, que siempre fueron muy fiesteros, y me ponía a bailar en la silla al escuchar a las orquestas”. Aunque difusos por el inexorable transcurrir del tiempo, en los recuerdos de niñez de José Manuel Rodríguez García todavía resuenan las palabras de Conchita, una mujer de Candamo, municipio en el que pasó su infancia, que insistía en el augurio de que aquel chavalín acabaría siendo artista. No le faltaría razón, porque el chico, cuyo nombre y apellidos en la vida real pueden resultar más o menos conocidos, no necesita tarjeta de presentación alguna cuando se habla de música: “Pepo K-Libre”.
Para hacer buenos los presagios de la ya fallecida vecina los padres le matricularon en la “Academia de Acordeón Ovetense”, en las especialidades de acordeón, solfeo y entonación. Tenía tan sólo 8 años y había que comprobar si había mimbres. Vaya si los hubo. Era lo suyo. Tanto como que cursó esa formación hasta la mayoría de edad y aunque a los dieciocho se fue a la facultad de Químicas no tardaría en ser repescado por el gusanillo musical. Eso sí, de una forma muy curiosa: puso un anuncio en el periódico de ofertas “El Cero” y fue llamado por “Belén & Rogers Band” para hacer una prueba. Firmaba así su primer contrato con un conjunto embrión de lo que con posterioridad sería el actual “Grupo Dragón”. “Fueron mis primeros jefes y les estaré eternamente agradecido”, enfatiza, rememorando unos dias en los que, como dice, “viajábamos mucho, no sólo por Asturias, sino también por diferentes pueblos de Castilla”.
“Pepo K-Libre” (ya sabéis, José Manuel Rodríguez) seguiría su andadura en “Galaxia”, bajo la dirección de “Dani Acordeonista”, en dos etapas, con una intermedia, de dos años, en la “Orquesta Waykas”.
En 2011 decidió impulsar su propio grupo, “K-Libre” (de ahí le viene el apodo), que aguantó casi una década. Hasta la pandemia. Después del encierro domiciliario muchos músicos abandonaron los instrumentos y recondujeron su actividad laboral hacia otras profesiones, por lo que le fue imposible articular de nuevo aquel proyecto. Lejos de tirar la toalla puso en marcha un dúo, acompañado de teclistas, que ahora alterna con sus actuaciones en solitario.
Para el verano de 2024, si se cumplen sus pronósticos, verá la luz su primer disco, “Mis 20 velas musicales”, con varias colaboraciones y repaso a sus dos décadas en los escenarios. Como protagonista principal, aquel niño inquieto, ya adulto y curtido en mil verbenas, interpretando una selección de éxitos de la canción ligera: “Pepo k-Libre”.
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