Era una niña y ya tenía muy clara su respuesta a esa pregunta tan manida de qué quieres ser de mayor: cantante, respondía con absoluta convicción. Tanto como que la gijonesa Pamela Márquez lleva 30 años en la música, una efeméride redonda que celebra precisamente en este 2024. Su vocación artística era tal que a las nueve en punto de la noche ofrecía todos los días un "concierto" en casa de su abuela, con el acompañamiento de su madre, a los coros, y presentada por su hermano, que debía hacer ese papel a la perfección para que la figura invitada saliese de detrás de la puerta de la cocina al improvisado escenario.
Aquel divertimento infantil sirvió, se podría decir, como escuela para una chica que cumpliría su sueño de llegar muy alto en la música. A los 12 años, con los ahorros que había conseguido reunir de vender cupones para una relojería y de fregar la escalera del edificio a una vecina, se matriculó en una asociación, “La Casa de Andalucía”, en la que recibió nociones de interpretación y participó en un coro rociero. A los 14 fue contratada por la orquesta “Génesis”. Abandonó sus estudios y se volcó en aquel proyecto. “Con el primer sueldo le compré unos zapatos a mi madre”, rememora. “Estaba todo el día cantando y lo vivía con mucha ilusión”, añade.
Después recalaría en otra formación asturiana, “Serezade”, y de ésta pasó a una orquesta gallega de alto calibre, la lucense “Salsa Banda”, con metales, camión escenario y un despliegue impresionante para la época. Hacían sesiones vermú, de tarde y noche, con un montón de fechas en cada temporada, y le acabó reventando la voz. Se tomó un descanso de seis meses y regresó al ruedo de las verbenas de nuevo con “Pasito Show”.
El encuentro con Agustín Cobo, teclista y arreglista, de La Felguera, le hizo valorar la posibilidad de salir en formato dúo durante las primaveras y veranos y nacía así “Pamela y Agustín”, que compagina con sus actuaciones en solitario y en la actualidad con su otra profesión, como auxiliar de Enfermería. En estos 14 años juntos han grabado un par de discos, algunos singles y ahora un videoclip. “Tenemos una sintonía enorme y puedo decir que encontré la felicidad trabajando con él”, afirma Pamela Márquez.
Mucha, y buena, música de pachanga y una conexión directa con el público son las armas de un par de artistas con una larga experiencia y con sobradas maneras para saber transmitir su pasión por el baile y la alegría a los que disfrutan de sus directos.
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