2016. En una banda de hardrock se conocen un chico y una chica entre los que enseguida surge afinidad, además de muy buen rollo (y algo más, pero eso lo contaremos más adelante). Aquel grupo se cae y ellos, Alba Martínez y Javi Monge, apuestan por darle mayor recorrido a su sintonía, en formato dúo. La historia, artística y personal, de “Lyla y Javi” (así se bautizaron) empieza por su primer “cover”, del “Aleluya”, que nunca falta como colofón a sus conciertos. La mítica composición de Leonard Cohen le sirvió a un enamorado Javi Monge para pedirle matrimonio a su compañera Alba, guitarra en mano, en una escena cargada de romanticismo, en plena calle, para delirio de las personas que pudieron inmortalizar en las cámaras de sus móviles un momento en el que volaron mariposas, cupidos, flechas del amor… De todo. Ya no quedan hombres así, dicen las mujeres.
Cerrando la “crónica rosa” y volviendo a su faceta musical, “Lyla y Javi” no se conformaron con tocar versiones; lo suyo era componer y sacaron su vena creativa a relucir para lanzar un primer disco, “Volumen 1”, que surgió de las horas de confinamiento domiciliario que trajo consigo la pandemia. Un año después, en 2021, se proclamaban vencedores del Concurso de Rock “Ciudad de Oviedo”, consiguiendo una dotación económica que les permitió financiar su segundo álbum, para cuyo nombre tampoco se estrujaron demasiado la cabeza: “Volumen 2”. Después de todo lo importante es el contenido, que, por cierto, fue inspirado en el interior de una caravana, en un camping. Sin duda, las musas aparecen en cualquier lugar.
“Cada canción está compuesta según nos fue saliendo, sin necesariamente compartir género. Sí que solemos componer sobre temas que sentimos muy dentro de nosotros”, coinciden. A modo de ejemplo, su single de lanzamiento, “Las Calles”, habla de ser demasiado consciente en una sociedad que intenta evadirse como puede de las adversidades y del dolor. Otras letras, como las de “Luna Llena” o “La esperanza tras un blues”, se refieren a ese refugio que supone estar con alguien que quieres cuando intentas escapar de todo lo demás. También reflexionan sobre las piedras en el camino y los sueños rotos (“Sol de Hielo”), se ponen nostálgicos al recordar los niños que un día fuimos (“Arena y Sal”), rinden una dedicatoria a las abuelas, en “Llenu’l Corazón”, y ponen los pelos de punta con una balada íntima, “Tan Fugaz”, en memoria de los que se han ido.
En sus directos se acompañan en ocasiones de Cristian Suárez, a los teclados, Javier Hernández (bajo) y el percusionista Marco Guardado. Alto voltaje, que se podrá disfrutar en una serie de bolos que ya tienen programados para este 2024. “Tocamos diversos estilos, desde el rock más clásico hasta el hardrock, con guiños al blues y al country”, señalan. Incluso el folk asturiano en una mezcla cuanto menos curiosa con el hardrock tiene encaje en su repertorio. Es la química especial de “Lyla y Javi”.
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