Las discotecas ya son (casi) historia

Cualquier recuerdo de aquellas salidas de juventud entre los más veteranos lleva inexorablemente a unas discotecas que poco a poco han ido apagando sus luces, primero ante la irrupción de los pubs, en los que no se cobraba entrada por el acceso, y luego con la puntilla de la crisis que sacude al ocio nocturno. En la memoria colectiva se conservan unos cuantos nombres de templos de la diversión: “La Real”, en Oviedo; “El Jardín” u “Oasis”, en Gijón; “Xenón”, “Faust” o “Yubana”, en Mieres; “Fresas”, “Paradise” o la otra “Real”, en Avilés… La lista se podría ampliar con tantas localidades como tiene la región. Incluso en las de menos población, como Campomanes, en Lena, donde existió la también desaparecida “River Cross”, o Boal, lugar en el que llegaron a convivir dos salas, “Helenias” y “Benymar”.

Las actuaciones en directo eran habituales en sus escenarios, con grupos “de casa” y hasta con la contratación de figuras del panorama nacional, unos espectáculos que atraían a decenas de clientes y que hacían que a los porteros les apareciesen más amigos que nunca.