"La Faraona", una currante del micrófono, que su abuela le hizo con una patata y un bolígrafo

"La Faraona", una currante del micrófono, que su abuela le hizo con una patata y un bolígrafo

Con más de tres décadas en la música, Noelia Campos, propietaria de la "Sala Gizeh", prepara su cuarto disco

AVELINO LLERA | 28 mar 2024


"De niña me gustaba mucho cantar y como no tenía micrófono mi abuela me pinchaba una patata en un bolígrafo". Con aquel artilugio de pega entre las manos, con el que en su mente infantil se veía actuando delante de una multitud, nacía una promesa que con el paso de los años sí haría realidad su sueño de ser una gran cantante: Noelia Campos, a la que sus muchos seguidores conocen por el apodo cariñoso de "La Faraona", hoy además propietaria de la "Sala Gizeh", en Gijón, en la que ameniza las noches de los sábados y por cuyo escenario también pasan diferentes músicos, que hacen  del baile una hermosa diversión.

"Desde muy pequeña siempre tuve claro que quería ser cantante". Como botón de muestra, con tan sólo 13 años, en una boda, se acercó al grupo que tocaba en el banquete y les pidió permiso para cantar. Los integrantes de aquella formación no salían de su asombro ante el desparpajo de una chiquilla que les seguía el ritmo sin la menor equivocación y se sabía de memoria la letra de la canción, "la del clavel".

Había mimbres, claro, y enseguida se le abrieron las puertas de ese vivero de figuras que es la "Agrupación Artística Gijonesa". Al poco ya debutó ante el público y con una amiga creó un dúo, al que bautizaron con el nombre de "Las Amanitas". Recorrieron decenas de poblaciones. Luego decidiría abandonar sus estudios y seguir como solista, actuando en diferentes ciudades de Europa. Entre otras, Alemania, Bélgica o Francia.

La Montera Picona

En su vida se cruzaría "Sonia y Reyes", un conjunto con el que compartió vivencias imborrables durante siete años. "No tenía aún carnet de conducir e iba hasta Cangas del Narcea en una moto de 50 centímetros (para los que no entiendan de cilindradas, de muy escasa potencia). Viajes con frío y lluvia y con periódicos en el pecho para no helarme. Pasé buenos y malos momentos. Días sin dormir, dobletes, tripletes... anécdotas graciosas... Ahí estaba yo, tan feliz". De aquella etapa saldría su primer disco, titulado "Tan bonito".

Noelia Campos compaginaba aquellos bolos con un trabajo en un colegio y con pases, precisamente, en la "Sala Gizeh". De sol a sol. La dirección de la discoteca le ofreció un contrato, como fija, y cansada de dar bandazos de un lado para otro acabó por aceptarlo. En 2005, fecha en la que lanzaba su segundo álbum, "Sabor a cumbia", y un tercero, junto a otros compañeros de profesión, "Perfiles", le propusieron adquirir la sala de fiestas y apostó por emprender una aventura como empresaria que le ha llevado hasta la actualidad.

En su mochilla, más de tres décadas en la música para una currante del micrófono que ahora prepara su cuarto disco y, sobre todo, que disfruta con su profesión: la de artista.

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