Un tipo que se sube a las tablas con una guitarra y que en cuanto se mete a la peña en el bolsillo y saltan los coros se pone a entonar alabanzas y a describir las bellezas de esa ciudad cercana con la que existe una rivalidad que se remonta más allá de los tiempos de los tatarabuelos de los abuelos. Pues ahí tenemos al tan valiente como bueno de Fran Juesas, que no sólo se atreve a tocar su “Canción de Oviedo” en Gijón, sino que además es que se la piden.
Más allá de localismos ridículos (y menos entre asturianos), la gente ha sabido apreciar la enorme calidad de un tema, incluido en su último disco, “El resto del camino”, que tiene trazas de himno, sin menospreciar tampoco a su “Vengo del Norte”. Hombre, todo hay que decirlo, para contrarrestar, en sus actuaciones en feudo de Jovellanos también aporta el mayor énfasis al “Gijón del alma”. Armonía pura y dura.
Pero volviendo a la “Canción de Oviedo”, como ocurre con todas las canciones, sean de Oviedo, Castropol, Taramundi o Villaviciosa, tiene detrás de sí una curiosa historia, que arranca del “vacío existencial” que Fran Juesas sentía en su propia casa. Y es que, si bien sabía despedirse por todo lo alto cuando actuaba en Gijón (la susodicha “del alma”) o en las Cuencas, con la fuerza del “Chalaneru” o alguna de las clásicas de Víctor Manuel, no conseguía dar con la tecla en su terreno. Como mucho, tiraba del popular “Carmina”, con su “tengo la moza en Oviedo…”. Es ahí, en ese preciso momento, cuando aparece ese amigo sabio (con cervezas o sin ellas) que le recomienda componer algo para el vecindario. Luego, las horas muertas que trajo consigo la pandemia fueron su mejor aliado. “Me costó mucho escribirla, pues no quería caer en los tópicos de siempre, que si bonita, que si que guapa…”.
Como fórmula, una primera parte en la que pasea por Oviedo, deteniéndose en sus lugares más emblemáticos, y una segunda, todavía más íntima, en la que rememora su juventud (y la de todos los de generaciones más o menos cercanas), en El Rosal, en la calle San Bernabé y, por supuesto, en la mítica discoteca “La Real”. Un guiño al Real Oviedo, para ganarse a la afición, y bordada.
Desde luego, con la “Canción de Oviedo” Fran Juesas ha subido un peldaño más en esa empinada escalera de la fama desde que un buen día, con 43 añitos (ya madurito), la música tuviese la bendita suerte de que quedase al paro en su profesión como técnico de laboratorios de revelado de fotografía y pudiese dedicarse por completo a su vieja pasión. “Al principio, lo lógico, me costó conseguir contratos, pero luego fueron saliendo cada vez más”.
Un primer disco, “Tiempo”, y de cabeza a auditorios como el “Príncipe Felipe”, el Niemeyer o La Laboral. Y una agenda repleta de conciertos cada fin de semana, en fiestas, locales, bodas, cumpleaños… Por descontado, ahora no falla su “Canción de Oviedo”. Hasta en Gijón.
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