Se podría decir que Natalia Maquieira y la música se hicieron un favor mutuo. La joven artista gijonesa, nacida a principios de este siglo, buscó refugio para evadirse de problemas tan serios como ser víctima de “bulling” escolar o sufrir una traumática separación de sus padres cuando era niña y lo encontró en los escenarios, que a su vez han descubierto a una excelente cantante, que ahora triunfa tanto en solitario, con conciertos en locales hosteleros, como al frente de la veterana orquesta “Dominó”. Se lo ha ganado a pulso, porque la vida no se lo ha puesto ni mucho menos fácil.
Desde muy temprana edad Natalia Maquieira sentía pasión por géneros como el blues, el soul, el rock americano o el pop español, pero su debut ante el público le llegaría, allá por 2008, con el coro de la Iglesia de San Esteban del Mar, de Gijón. Practicante activa del catolicismo, afirma que “la fe fue una válvula de escape ante el sentimiento de vacío y melancolía que sentía en aquella etapa tan difícil para mi. En la casa de Dios me sentía libre”. Y, por supuesto, la música. Su madre le regaló un casete de segunda mano y con aquel reproductor pudo disfrutar de los grandes éxitos de artistas como la estadounidense Aretha Franklin, uno de los iconos mundiales del góspel, que le marcaría su estilo.
En su adolescencia tuvo que ingeniárselas para seguir escuchando a escondidas sus canciones favoritas a través de un “MP3” que se compró con sus ahorros, ante el acoso constante de una nueva pareja de su madre que, según cuenta, se obsesionó con que se dedicase a los estudios y se olvidase del ocio. “En los recreos descargaba canciones que me gustaban y las escuchaba con auriculares para que no se enterase, hasta que me pilló y lo pisoteó en el suelo, aunque, curiosamente, siguió funcionando, sin botones”, recuerda. Como treta para eludir aquel férreo control también iba a diario a rezar el Rosario a su parroquia, una excusa que le valía para prestar un oído a las plegarias religiosas y otro a sus ídolos, con la complicidad de un sacerdote que hacía la vista gorda. Al tiempo iba labrando una formación autodidacta que perfeccionaba cantando en bajito en la soledad de su habitación.
A los 15 años, y ya con aquel hombre fuera de su familia (“Mi madre es una heroína que antepuso el amor por su hija a sus propios sentimientos”, le agradece), emprendería una carrera profesional que le llevaría a actuar en la “Agrupación Artística Gijonesa”, en la Plaza Mayor de Gijón por la “Semana Grande”, en Benidorm…, así como a participar en diferentes concursos de talentos emergentes. Entre ellos, “Babel” y “Operación Siglo XXI”, de la “TPA”, en el que fue finalista. Asimismo, colaboró con un programa de la “Televisión de Galicia” (“TVG”).
En 2023 se le abrían las puertas de “Dominó”, “donde tengo unos magníficos e irremplazables compañeros”, enfatiza, con la que puede lucir un potente chorro de voz, que, como dice, “llora a gritos tras años en silencio”. Con mucha fuerza.
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