Lo de Ceferino Otero es auténtica pasión por la música. Pero es que, además, esa querencia no se ha apagado con el paso del tiempo. Muy al contrario, el veterano cantante se inició siendo un adolescente en la “Agrupación Artística Gijonesa” y hoy, ya convertido en una de las figuras más veteranas de los escenarios en la región, aplica su larga experiencia para conectar y hacer bailar al público en cada una de sus actuaciones. Le sobran cualidades y recursos para animar el ambiente. De hecho, con tan sólo 18 años ya cantaba en salas míticas de Gijón, como la “Gizeh”, el “Savana”, “El Páxaru Pintu” o “El Parque del Piles”. Y también ganó un concurso local, “De Gijón a la fama”, que le condujo al estudio para grabar el que sería el primero de los ocho discos que ha sacado al mercado. Aquel se tituló “Sole, Sole, Sole” y dejaba muy claro cuál era su estilo, a mitad de camino entre las letras románticas y la fiesta. Su éxito se refrendaría poco después con otros temas, como “Asturias florecida”, que le escribió Eulogio del Barrio, o “Vengo de España”.
A Ceferino Otero se le fueron abriendo poco a poco las puertas de bares y auditorios de Alicante, Benidorm, Madrid (actuó en el “Pasapoga”, el “Casino” y en Trescantos), Vigo, El Ferrol, La Coruña, Santander, Bilbao, Valladolid… Medio país. “Ahora, por motivos familiares, suelo actuar cerca de casa, no me desplazo tan lejos”, dice. A ello se suma que tiene que compaginar la música con su trabajo, en una empresa distribuidora de snacks. “Programo los bolos para los fines de semana”, señala.
Su último álbum es “Mi versión”, en el que se incluyen clásicos como “Cara de gitana”, llevados a su terreno. Completa, por ahora, una colección en la que figuran discos como “Temperamento”, “Desde chico” o “Recuerdos de copla”, de un cantante todoterreno con muchos kilómetros en la mochila: Ceferino Otero.
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