Fue un emprendedor con visión empresarial que abrió el que sería el primer Karaoke de Asturias, el “Chicago”, en el paseo de la playa de San Lorenzo, de Gijón, un local en el que hicieron sus pinitos muchos artistas hoy consolidados (a modo de ejemplo, “Vane d’Reyes”, como se puede leer en un reportaje de esta revista), una actividad hostelera que compaginó con la música en directo. El gijonés Alfredo Fradejas Matilla es una figura que no necesita presentación en el panorama regional, con unos cuantos lustros de escenario en escenario en su mochila.
Se inició en el mundillo musical con un grupo de amigos y compañeros de la “Fundación Revillagigedo”, en Gijón, con los que formó una banda a la que bautizaron con el nombre de “Géminis” y que hacía versiones de grupos españoles de moda y de los estadounidenses “Creedence”, míticos de los 60 y 70. Tras el regreso del Servicio Militar pusieron en marcha “Alcotán”, ya en un plan más profesional, con actuaciones en diferentes localidades asturianas y también en las principales capitales de España. De hecho, fueron contratados para las fiestas de El Pilar, en Zaragoza, Las Fallas, en Valencia, Bilbao, Madrid…
Con esta formación vivió uno de los momentos más especiales y emotivos de su carrera. Fue en el estadio “El Molinón”, en el homenaje a su amigo Alberto Turulla, quien falleció electrocutado en 1983, víctima de una descarga eléctrica cuando tocaba el órgano en una verbena al aire libre con "Cuélebre". A aquel encuentro se sumaron artistas tan consagrados como Víctor Manuel o Miguel Ríos. Y Alfredo Fradejas pudo tocar ante 45.000 personas, que abarrotaban las gradas del campo de fútbol. Una fecha que quedará para siempre grabada en su memoria.
Además, con "Alcotán" grabó un “maxisingle”, con canciones que sonaron en todas las emisoras radiofónicas en aquella época, como “Chica de discoteca”, “El Baldeo”, “Indecisión” o “Don Pelayo”. Además, hacían logradas versiones de temas de Joaquín Sabina, “Los Secretos”, “Dire Straits” o “Pink Floyd”. “Según las críticas, teníamos un sonido espectacular y fuimos pioneros en amplificar instrumentos y repertorio variado”, señala. Pero, como otros buenos proyectos, aquella experiencia llegó a su fin en 1992.
Con posterioridad crearía “Trapecio” y un dúo, “A+”, con el que sigue matando el gusanillo del micrófono y dejando constancia de que es uno de los grandes. Un referente para muchos músicos.
En la fotografía, Alfredo Fradejas, a la izquierda de la imagen, con su compañero en "A+".
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